Prendo mi radio. Están tocando Too Many Humans de Buckethead. La piel se me eriza, escalofríos me sacuden. Imagino y siento, lloro. Me emociono; tristeza, alegría, rabia, risa, felicidad, comodidad, paz. Ninguna sola palabra que limite mi imaginación, sólo las mágicas ondas que dejan mi mente en éxtasis, completamente libre de llevarme donde yo quiera. Tengo que compartir la emoción, todos tienen que sentir lo mismo... Comparto mi descubrimiento, nobody fucking cares.
Escucho lo que me cantan, más no interpreto lo que escucho. Lírica verbal versus lírica músical.

Siempre he sido un aficionado a los grandes instrumentales, me llenan de energía, de sentimientos y pensamientos. No me encasillan en letras con temas prefabricados, me dejan la libertad de imaginar. Cada vez que escucho temas instrumentales significan algo distinto. Music is magic men. La lírica verbal apela a una mínima parte de nuestra imaginación, de nuestro subconciente no explotado. Me gustaría poder compartir con todo el mundo este sentimiento, esta experiencia de vivir en la música, de ser parte de ella.

No quiero malinterpretaciones, yo también disfruto con las buenas letras, que nos transmiten sentimientos concretos, nos relatan una historia en particular o simplemente nos hacen pararnos y bailar. Sólo siento que la música está siendo dejada de lado y debería retomar su rol protagónico.

¿Se puede aprender a interpretar en vez de escuchar? La verdad no lo sé y no creo que alguien lo haga. Sólo puedo dar mi opinión. No me gustaría pensar que la naturaleza es una fuerza selectiva de los individuos que son aptos a pensar, imaginar y ser libres. No puede ser tan macabro. El proceso de entender la música (y no sólo la música, sino más bien todo lo que nos rodea), se da en un crecimiento conjunto con el ambiente. Eso creo, eso quiero creer.

Los dejo con el genio del balde en la cabeza, Too Many Humans... maybe, piénsenla, disfrútenla, sé que yo lo haré.