la mentira
Posted by Sebastián Asencio | | Posted on 2/23/2013 02:46:00 p. m.
"sólo quiero decirte que si te hablan mal de mi, es mentira. Estuve contigo anoche."
Creo que me gusta pensar que te creí. Pero al mismo tiempo sé que lo que me estoy metiendo en la cabeza es un truco. Una evasión. Un último intento de aletear para llegar a la orilla. Creo que me gusta pensar que podría ser, pero el comienzo es demasiado poco auspicioso ¿No crees? Además, ese último mensaje tiene un doble filo trabajado y pulido, ¿es la preocupación por uno sobre el resto, o el intento de dejar lo poco que queda de dignidad en alto? Ser demasiado bueno, entiéndase, de corazón, puede ser una debilidad al final del camino.
Esa noche debería haber terminado mucho antes (en el caso de que pudiera haber finalizado). El problema podría haber sido otro, más sencillo y solucionable. Por ejemplo, ayudar a una amiga a pasar la noche porque su novio la dejó escondida en las sombras. Porque la pelea siempre es la misma. Pero sobreviven. Coexisten.
No pasó.
Estaba solo frente a los que querían continuar prolongando el epílogo: un par de miradas lanzadas y suaves palabras al aire son suficientes para convencer a un corazón que, a pesar de ya haberse levantado, aún se noquea con facilidad. No es que sea una consecuencia de un caso particular. Corro por naturalidad con el peso del cliché inexistente. El querer rápido y olvidar lento. El amor por los ojos, y no por los gustos ni el futuro.
La fiesta de tres actos ya había sido narrada por completa. Lo que quedaba en el club eran vidrios barriéndose, escondiéndose de las luces y un montón de alcohol que se entrometía con las paredes. Ahora escobas y trapos trataban de limpiar lo que ya había quedado en evidencia: una noche wild on entre estudiantes que se conocen de antemano. Y que aprovechan de acercarse un "poco" más. Quizás demasiado.
Y a pesar de que me fui a acostar solo, y a pesar de que pensaba que despertaría solo, y a pesar de que pensaba que todavía era muy temprano como para regalar húmedas palabras silenciosas, alguien llegó a acompañarme.
Por debilidad y alcohol, acepté lo que era una simple fantasía de una noche. Me tragué mentiras y conté mentiras. Abracé a quien estaba allí, pero al final me abrazaba a mi mismo. Todavía estaba lleno de pena. De alguna manera, esto era lo último que quedaba para secar la cicatriz.
Después, tuve que preguntar y conversar para saber que tu mentira, "la mentira" en un mensaje de texto, era al final mía también. Yo no estuve contigo anoche, estaba solo. Acompañado, pero solo.
Creo que me gusta pensar que te creí. Pero al mismo tiempo sé que lo que me estoy metiendo en la cabeza es un truco. Una evasión. Un último intento de aletear para llegar a la orilla. Creo que me gusta pensar que podría ser, pero el comienzo es demasiado poco auspicioso ¿No crees? Además, ese último mensaje tiene un doble filo trabajado y pulido, ¿es la preocupación por uno sobre el resto, o el intento de dejar lo poco que queda de dignidad en alto? Ser demasiado bueno, entiéndase, de corazón, puede ser una debilidad al final del camino.
Esa noche debería haber terminado mucho antes (en el caso de que pudiera haber finalizado). El problema podría haber sido otro, más sencillo y solucionable. Por ejemplo, ayudar a una amiga a pasar la noche porque su novio la dejó escondida en las sombras. Porque la pelea siempre es la misma. Pero sobreviven. Coexisten.
No pasó.
Estaba solo frente a los que querían continuar prolongando el epílogo: un par de miradas lanzadas y suaves palabras al aire son suficientes para convencer a un corazón que, a pesar de ya haberse levantado, aún se noquea con facilidad. No es que sea una consecuencia de un caso particular. Corro por naturalidad con el peso del cliché inexistente. El querer rápido y olvidar lento. El amor por los ojos, y no por los gustos ni el futuro.
La fiesta de tres actos ya había sido narrada por completa. Lo que quedaba en el club eran vidrios barriéndose, escondiéndose de las luces y un montón de alcohol que se entrometía con las paredes. Ahora escobas y trapos trataban de limpiar lo que ya había quedado en evidencia: una noche wild on entre estudiantes que se conocen de antemano. Y que aprovechan de acercarse un "poco" más. Quizás demasiado.
Y a pesar de que me fui a acostar solo, y a pesar de que pensaba que despertaría solo, y a pesar de que pensaba que todavía era muy temprano como para regalar húmedas palabras silenciosas, alguien llegó a acompañarme.
Por debilidad y alcohol, acepté lo que era una simple fantasía de una noche. Me tragué mentiras y conté mentiras. Abracé a quien estaba allí, pero al final me abrazaba a mi mismo. Todavía estaba lleno de pena. De alguna manera, esto era lo último que quedaba para secar la cicatriz.
Después, tuve que preguntar y conversar para saber que tu mentira, "la mentira" en un mensaje de texto, era al final mía también. Yo no estuve contigo anoche, estaba solo. Acompañado, pero solo.
"No te preocupes, la vrdd es que me da lo mismo lo que puedan decir. Lo pasé súper contigo, quédate tranquila. No tienes porqué dar explicaciones. Un abrazo".