Movimiento
Posted by Sebastián Asencio | Posted in Articulos de Opinion | Posted on 3/29/2010 05:41:00 p. m.
Que nostalgia. Se me había olvidado lo que era el centro. El punto máximo de esta ciudad, el epicentro del terremoto social, del movimiento de cientos de personas. En parte se debe, lo mas probable, a mi desligamiento de las calles de la ciudad por temas personales. Hasta hace poco, todo me quedaba en la cercanía de mi casa.
Lo admito. Santiago, la metrópolis, es mas eufórica en ese sentido, pero eso no le quita mérito a nuestra ciudad, a Concepción. Caminar por las calles del centro urbano es un lujo comparado con los bazares del mall. El tráfico de gente rutinario es inmenso, y se encarga de efectuar roces con todo tipo de gente. La libertad que ahí se siente, comparada con la claustrofobia del único y mas famoso centro comercial de nuestra ciudad, es impagable junto al cielo raso que acompaña en las largas caminatas por las veredas. La contaminación acústica no deja de ser un problema, pero esos mismos sonidos son los que van al ritmo del ciudadano común por las calles. Un oxígeno que da vida a todo, y el calor que no ayuda a realizar las más simples tareas. Ir al banco por ejemplo, realizar un depósito, resulta un trabajo mental de proporciones, una paciencia que termina en el piso abatida si no es combatida con relaciones sociales, risas, o con un poco de música. La cara de cualquier humano en la fila del banco, sentado o parado, es la misma. Es la cara del aburrimiento mas profundo que pueda existir, un hacer nada que implica buscar en los bolsillos objetos que sabes que están ahí, o mirar las caras nuevas que van llegando. Y si el tiempo lo permite, que suele pasar, conversar con algún desconocido que finalmente es usado para acelerar la percepción del tiempo. Ver la hora y analizarla es inevitable.
De la nada es nuestro turno en la fila y el trámite se ha terminado.
Me quejo? Por que esa es la salida mas cercana, quejarse. Con la tecnología de hoy en día, una solución mas práctica no está tan lejos. El depósito electrónico es un hecho. Pero, ¿ de verdad quiero cambiar las mil y un caras por una pantalla?
Ojalá que el movimiento perdure por mucho tiempo más. Que la tecnología no nos coma los pies, dejándonos mas sedentarios de lo que ya somos. Humanos encerrados en sus hogares realizando todo tipo de tareas ( básicas, políticas, económicas ) sin conocer el mundo exterior me parece una visión mortífera más allá de la practicidad que esta prevé. Menos visión, más movimiento.
Lo admito. Santiago, la metrópolis, es mas eufórica en ese sentido, pero eso no le quita mérito a nuestra ciudad, a Concepción. Caminar por las calles del centro urbano es un lujo comparado con los bazares del mall. El tráfico de gente rutinario es inmenso, y se encarga de efectuar roces con todo tipo de gente. La libertad que ahí se siente, comparada con la claustrofobia del único y mas famoso centro comercial de nuestra ciudad, es impagable junto al cielo raso que acompaña en las largas caminatas por las veredas. La contaminación acústica no deja de ser un problema, pero esos mismos sonidos son los que van al ritmo del ciudadano común por las calles. Un oxígeno que da vida a todo, y el calor que no ayuda a realizar las más simples tareas. Ir al banco por ejemplo, realizar un depósito, resulta un trabajo mental de proporciones, una paciencia que termina en el piso abatida si no es combatida con relaciones sociales, risas, o con un poco de música. La cara de cualquier humano en la fila del banco, sentado o parado, es la misma. Es la cara del aburrimiento mas profundo que pueda existir, un hacer nada que implica buscar en los bolsillos objetos que sabes que están ahí, o mirar las caras nuevas que van llegando. Y si el tiempo lo permite, que suele pasar, conversar con algún desconocido que finalmente es usado para acelerar la percepción del tiempo. Ver la hora y analizarla es inevitable.
De la nada es nuestro turno en la fila y el trámite se ha terminado.
Me quejo? Por que esa es la salida mas cercana, quejarse. Con la tecnología de hoy en día, una solución mas práctica no está tan lejos. El depósito electrónico es un hecho. Pero, ¿ de verdad quiero cambiar las mil y un caras por una pantalla?
Ojalá que el movimiento perdure por mucho tiempo más. Que la tecnología no nos coma los pies, dejándonos mas sedentarios de lo que ya somos. Humanos encerrados en sus hogares realizando todo tipo de tareas ( básicas, políticas, económicas ) sin conocer el mundo exterior me parece una visión mortífera más allá de la practicidad que esta prevé. Menos visión, más movimiento.
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